Este fin de semana tengo un matrimonio. Y no es uno cualquiera. Es de una de mis mejores amigas de la vida. Digo de la vida porque trasciende la época y el contexto en el que la conocí: el colegio. Esto hace que me detenga un rato a pensar en cuántos procesos he vivido con mis amigos (tanto los más nuevos como los más antiguos) a lo largo de todos estos años: periodos de incertidumbre, problemas familiares, crisis vocacionales, quiebres amorosos, momentos inolvidables, curaderas masivas, risas contagiosas, etc. Un cúmulo de experiencias que enriquecen la vida de cualquiera. Por que uno aprende con la vivencia propia, pero también con la ajena. Si no se permite esto, es como si uno se pudriera por dentro. No hay nada mejor que tener una de esas conversaciones que se extienden por horas, en las que ni te acuerdas del reloj. Relaciones con quienes no existen silencios incómodos, en las que logras adivinar que le pasa al otro sin tener que preguntarlo, en las que si hay malentendidos "se arreglan al tiro no más" y en las que siempre prima un gran cariño y respeto por el otro. Esos son los mejores amigos de la vida.
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Hello niña, aqui tamos haciendonos presentes.
Doy gracias, por estar mas cerca que cuando recien salimos del colegio, y por que creo que este acontecimiento nos acerco aun más. Agradezco tambien el hacer tenido una de esas conversas que mencionas, y si bien no soy muy buena para mantener amistades en el tiempo (se cuentan con los dedos de una mano), espero que la nuestra siga "for ever and ever"...jaj
Saludos y nos vemos el sabado .....