La peluquería no es mi lugar. Toda mi vida he sufrido yendo a ese lugar atestado de viejas con tintura hasta en la frente, con gorros plásticos y con la cabeza bajo esas máquinas que expelen calor. Debe ser por eso mismo que nunca he dejado de ir a la misma peluquería: ya sé a lo que voy y cambiar ese ambiente para arriesgarme con uno nuevo, sería algo perturbador. La gente que atiende ahí es agradable, el único problema es cuando me preguntan cómo me ha ido con mis pacientes y hay una vieja sapa justo al lado mío. Ahí es cuando ésta se aprovecha y se larga conversándome de su nieto hiperactivo casi condicional en el colegio, de los problemas que tiene su hija con su marido irresponsable... hasta de un conflicto surgido con un vecino, que lleva -por supuesto- a hacer un análisis del estrés que abunda entre los chilenos. Últimamente, he tratado de hacer mi estadía ahí algo más llevadera. Es así como abstraigo mi mente hacia otros mundos (sólo cuando no hay viejas sapas), tratando de soportar los olores químicos de los productos que ahí se usan y del aire ya caliente por tanto secador de pelo encendido. Mismo procedimiento usado para ir al dentista. Control mental le llaman.
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No se puede ir a contrapelo de la naturaleza del género...
PD: Ve el castpost, a ver si compartimos gustos.